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mayo 12, 2010

EN BUSCA DEL EQUILIBRIO...

las tendencias de la piel



Hablar de tipos de piel equivale a tomar sólo una fotografía. La piel se renueva constantemente para asegurar sus funciones vitales. Cada día, elimina de su superficie 2.000 células muertas y produce otras nuevas en sus capas profundas.


Gracias a este proceso, la piel mantiene su salud, su juventud y su belleza.


Siendo el órgano más extenso del cuerpo humano, puede abarcar una superficie de hasta 2m2 .Nace del mismo tejido embrionario que los nervios, por lo que es particularmente susceptible a las influencias exteriores y a las que proceden del organismo. No en vano se dice que el rostro es el espejo del alma, ya que en esta zona, la piel es aún más fina y más sensible, y refleja claramente nuestro estado interno.


Por eso, la dinámica de la piel no debe ser encasillada en un solo tipo para toda la vida, sino estudiada como una tendencia o estado, ya que incluso la edad es un factor determinante de sus cambios. Una misma piel puede presentar varias características a la vez –grasa, sensible, seca- o cambiar su estado día con día, y su tendencia con el paso de los años.


Por ello es importante escucharla. Observar su estado cada día frente al espejo y proporcionarle el cuidado necesario, es una oportunidad para conectar con nuestro ser interior. La piel nos envuelve y nos delimita. Nos protege y nos conecta con el mundo externo. Y necesita a la vez, que nosotros la cuidemos.



¿Por qué envejece la piel?


Generalmente, entre los treinta y cuarenta años, aparecen en el rostro los primeros signos que anuncian el envejecimiento progresivo de la piel. En la superficie de la epidermis, la capa hidrolipídica se empobrece. La secreción de lípidos disminuye, lo que conduce, con el paso de los años, a una piel de tendencia seca. El fenómeno puede acentuarse por la acumulación de células en la capa córnea, que se eliminan con dificultad y provocan una piel rugosa. Una piel seca es más frágil y envejece más rápidamente. Los cuidados adecuados permiten la restauración cotidiana de la capa hidrolipídica para prevenir el desecamiento de la piel y protegerla contra las agresiones exteriores, mejorando su tersura. Los productos a base de ácidos grasos esenciales, capaces de incorporarse a los lípidos intercelulares del tejido cutáneo, constituyen una valiosa aportación.


Más en profundidad, en el nivel de la capa basal, la renovación celular se ralentiza poco a poco. A partir de los cuarenta años, esta zona se aplana y la epidermis se hace más fina, mientras que la capa córnea, espejo del envejecimiento, se engrosa. Este fenómeno está relacionado con las transformaciones que sufre la dermis subyacente. La producción de colágeno disminuye y las fibras de sujeción se vuelven rígidas. Esto conlleva una reducción de la firmeza y la elasticidad de la piel, que permite la aparición de las arrugas. El proceso se acelera e intensifica con los efectos del sol, el tabaco y de la contaminación, que liberan los radicales libres en la epidermis. La intemperie, el estrés, el cansancio, la falta de sueño y una alimentación desequilibrada constituyen también factores agravantes.



¿Cómo prevenir el envejecimiento prematuro de la piel?


Para mantener en equilibrio el proceso de regeneración y retrasar la aparición de los signos de envejecimiento prematuro, es necesario estimular la vitalidad de la piel, integrando en nuestros hábitos diarios algunas pautas de higiene y cuidado:


1. Conocer nuestra piel: observar sus variaciones en su nivel de grasa, de hidratación o si presenta irritaciones. Tomar en cuenta los cambios hormonales, las condiciones climáticas y la tolerancia a las influencias exteriores para elegir los tratamientos necesarios.


2. Limpiarla de forma suave y profunda: diariamente por la mañana y por la noche.


3. Hidratarla y/o nutrirla: con cremas adecuadas, según requiera su estado particular. Aplicar estas cremas únicamente en la cantidad necesaria: poner menos en las partes más grasas y poner más en las zonas más secas.


4. Elegir productos adecuados: que respeten su capa hidrolipídica y que sean “no comedogénicos”, es decir, que no obstruyan los poros.


5. Evitar la exposición prolongada al sol: ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro y las manchas de pigmentación, después de la menopausia, debidas a una producción anárquica de la melanina en la epidermis.


6. Beber agua: la suficiente para estimular la función depurativa del organismo, relacionada directamente con la renovación celular y la eliminación de toxinas.


7. Mantener una alimentación sana: aporta a la piel los nutrientes que necesita. Incluir frutas y legumbres (las vitaminas, sobre todo la C, actúan como catalizador para la formación de colágeno). Aliñar las ensaladas con aceites vegetales de primera presión en frío (ricos en ácidos grasos esenciales e insaturados).


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