Más allá de los cánones estéticos de cada cultura o cada época, más allá de unas facciones simétricas o una estatura ideal, la belleza abarca también otros aspectos.
La armonía en el conjunto de los rasgos de una persona, la alegría que transmite una sonrisa, la luminosidad de una piel bien cuidada, el tono muscular de un cuerpo sano y en forma son sólo algunos ejemplos.
La belleza como un concepto integral está íntimamente relacionada con la salud y el bienestar del cuerpo. Cuando el organismo y el ánimo están en equilibrio, la salud no sólo se siente: también se puede ver.
Según el punto de vista antroposófico, lo bello refleja su interior en la superficie. Por ello, el deseo de cuidar la apariencia personal, si está bien encaminado, no tiene por qué caer en extremos banales. Al contrario, se entiende que una auténtica imagen radiante es resultado del balance entre el bienestar físico y el emocional. Se trata de sentirse bien con uno mismo.
En el transcurso de la vida diaria, con la rutina, el estrés y la necesidad de llegar a todo, nos olvidamos muchas veces de nosotros mismos y relegamos a un segundo plano los cuidados que nuestro cuerpo necesita. Pocas horas de sueño, tensión para cumplir la agenda, comidas rápidas fuera de casa… al final, la salud y por tanto la apariencia, reflejan los excesos.
Cuando el organismo y el ánimo están en equilibrio, la salud no sólo se siente:
también se puede ver.
Cualquier momento es bueno para empezar a cuidarse, pero la primavera es una época ideal, ya que está relacionada también con los ritmos de renovación de la naturaleza. Después de los meses fríos y poco luminosos, nuestro cuerpo necesita nueva energía. Es la ocasión para eliminar toxinas, comer adecuadamente, ponerse en movimiento y buscar el tiempo para realizar actividades que nos permitan recargar energía y salud. Como consecuencia, el aspecto de la figura y la piel mejorarán, a la vez que el ánimo y la mente se beneficiarán.
El balance es vital
¿Has tenido alguna vez la sensación de que la vida siempre va un paso por delante y que tú sólo corres detrás? O intentas constantemente satisfacer las exigencias de los demás, sin tener tiempo para aquello que realmente te gustaría hacer…
Entonces puede ser que exista un desequilibrio entre cuatro importantes áreas de tu vida:
el plano laboral, el plano social, el bienestar corporal y el plano cultural-espiritual.
Para mantener la armonía interior, es necesario que estas cuatro dimensiones se encuentren en equilibrio. En qué orden de prioridades debes ordenarlas, eso lo decides solamente tú. Tómate un tiempo periódicamente, para examinar tu vida y hacer un balance. ¿Qué es importante para ti? ¿Le concedes a cada área el lugar adecuado y la debida atención? ¿O existe una zona que te supone demasiado esfuerzo?
La base para un balance así la constituyen tus necesidades personales y el significado que tu le dés a cada aspecto. Esto depende en gran medida de tu propia personalidad y se va modificando en el transcurso de tu vida. De ahí que el Balance no sea un estado rígido e inflexible. Más bien tiene que ver con hacerse consciente de los deseos y necesidades de uno mismo, reconocer los desequilibrios y corregirlos.
tiempo
ritmo
Balance
equilibrio
Pequeñas fuentes de energía
Las actividades regulares dentro de la rutina ayudan a encontrar tranquilidad en el día adía. Pequeños rituales conscientemente establecidos forman islas de descanso que permiten una sensación de seguridad y continuidad.
Establece en tus actividades diarias un lugar fijo para el cuidado corporal, que en épocas de estrés te brindará una relajación magnífica y además podrás darle a tu cuerpo la atención que merece.
Los ritmos de la naturaleza
Los ritmos de la naturaleza determinan la vida. Las estaciones del año, el sueño y la vigilia, el biorritmo y el latido del corazón, todo tiene su ritmo y su tiempo. Encuentra tu propio ritmo ¿Cuándo trabajas de manera más eficaz? ¿Eres madrugadora o trasnochadora? ¿Cuándo es tu mejor hora para estar con la familia y los amigos? ¿Cuándo te es más fácil hacer deporte? Quien conoce sus ritmos internos puede intentar, en la medida de lo posible, incorporar armoniosamente los tiempos impuestos desde el exterior.
